CONCESION DE SALINAS

EFEMERIDES 22 JUNIO 1698


"Por escritura otorgada en La Coruña, don Francisco de León y Luna, a nombre del Rey, concede al Conde de Amarante y Marqués de Valladares, "la salina que tiene comenzada a fabricar en el Pasaje de Corujo, que es en el término de la villa de Vigo, que con el rigor del tiempo se ha deteriorado. Y asimismo le da y concede las demás salinas en los sitios de dicho paraje de Vigo que son en el río nombrado de Sn. Payo por la parte de Vigo y en la braña de San Miguel de Oya y en la de Meira, adonde llaman Arena de Sn. Barhtolomé, la red que se nombra la Salina en Sn. Andrés del Hío y Sta. María de Darbo, a donde llaman la Barra y Santa Marta y más partes adonde hubiere sitios a propósito desde dicha villa de Vigo hasta el Monte del Ferro y por la parte de Meira hasta la nombrada de Hío, para que en dichos sitios pueda fabricar dichas salinas".

El Marques de Valladares dió gran impulso a las comenzadas salinas de Corujo, pero no así a las restantes de su concesión, iniciando la explotación industrial de aquéllas a comienzos del siglo XVIII. Era la salina de Corujo la más importante de cuantas existían en Galicia; todavía se aprecia en las ruinas de sus muros, depósitos y construcciones, la gran extensión que ocupaban.

En 1710 trabajaban en la factoría ocho "marlotos" y treina y dos carreteros. Su explotación se prolongó durante todo el siglo XVIII, pero ya en 1797 el estado de las instalaciones, continuamente azotadas por vendavales y las periódicas mareas, suscitó el proyecto de una obra de restauración, que incluía también ciertos mejoramientos técnicos en las eras de desecación, por un presupuestos de 197.140 reales. La concesión había sido atomizada por la casa de Valladares, poniéndola en manos de varios fabricantes, que no se preocupaban de acudir a las necesarias reparaciones, por lo cual el administrador de la citada casa, don Francisco Xavier Arias y Enríquez, Abad de Valladares y primo del Marqués, informó en 1798 del estado lamentable de abandono en que las salinas se encontraban, y propuso al administrador de rentas de Tuy el aforamiento por el Estado. El rendimiento de las salinas era cada vez más escaso, a lo que contribuía el creciente contrabando de sal de Portugal. Según el Abad de Valladares, era precisa una intensa reparación y una explotación seria. Pero el consejo no fué tenido en cuenta. Parece ser que el clima no era muy favorable a la obtención de la sal por la desecación, que se efectuaba a favor del calor estival y que se malograba muchas veces por las frecuentes lluvias.

Sobre otras interesantes vicisitudes de esas salinas de Corujo -hoy convertidas en un vasto juncal- volveremos, Deo volente, el 14 de diciembre.
 
Xosé María Alvarez Blazquez. "La Ciudad y los Días. Calendario histórico de Vigo"

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