DRAKE Y PEDRO BERMUDEZ NEGOCIAN EN LA RIA DE VIGO

EFEMERIDES 9  OCTUBRE 1585
 
 
Ante sus fracasados intentos del día anterior, el Almirante Drake quiere dar un sesgo conciliatorio a la situación, pues ha observado, por otra parte, que los refuerzos armados acuden incesantemente a estas costas, llegados de Túy, Pontevedra, Salvatierra y Portugal.

"Al día siguiente de este combate envió Sir Francis Drake dos Capitanes con bandera blanca a pedir parlamento al Comendador Pedro Bermúdez, para tratar con él un negocio de mucha importancia de parte de la Serenísima Reina de Inglaterra, su Señora; que a su autoridad no convenía venir a tierra, y le pedía con instancia fuese a verse con él a bordo de su navío. Pedro Bermúdez respondió a los enviados de Drake que él se encontraba en Vigo desde el día anterior esperando saber lo que pretendía; que si quería combate él estaba pronto a dárselo, y si venía a tratar algo, también estaba presto a oirlo. Pero que si a la autoridad de la Reina de Inglaterra no convenía que Francis Drake viniese a tierra a verse con él, tampoco convenía a la Majestad del Rey D. Felipe II que el Gobernador Pedro Bermúdez pasase a verse con él en su navío, aunque era el más humilde soldado ue S.M.C. tenía. Con esta réplica se volvieron a la Armada los Capitanes ingleses parlamentarios. Intervino en la negociación D. Diego Sarmiento de Acuña, que luego se había de distinguir por los importante servicios que como Embajador del Rey de España había de prestar más tarde en Inglaterra, y propuso que se aceptase la entrevista que deseaba Drake; pero que ésta se verificase en dos barcos con seis Capitanes cada uno, en la mar, en el punto medio entre la Armada y la playa. Así lo aceptaron los ingleses, y hechos los preparativos se avisaron a los dos jefes; saludáronse Drake y Pedro Bermúdez, pero luego el Almirante inglés dió a entender que quería hablar a solas y pasar al barco de Pedro Bermúdez; pero éste se adelantó, y tomando consigo a Diego Sarmiento para que presenciase la negociación, se pasaron al barco de Francisco Drake, y los Capitanes ingleses se pasaron al barco de Bermúdez." (J. de Santiago, op. cit., pp. 309-10).

Ya puestos frente a frente, el Gobernador de Bayona se adelantó en el uso de la palabra para decir a su contrario sus quejas por el incendio y el robo de la ermita de Bayona, por el apresamiento en el mismo puerto de un barco cargado de cueros y aceite, por la apropiación de barcos, redes y ganados en Guixar, etc. Drake, muy extrañado, replicó que él no sabía nada de tales desafueros y que, en todo caso, eran obra de unos soldados indisciplinados, que nél no podía contener, tanto más cuanto estaban justamente indignados porque sabían que el Gobernador tenían detenidos en Bayona a unos indefensos comerciantes ingleses, moradores en aquel puerto. Bermúdez aceptó que los tenía a buen recaudo, desde el momento en que su escuadra aportó a aquellas aguas, en prevención de tener que utilizalo como rehenes. Con la hábil intervención del Señor de Gondomar, se llegó al fin al acuerdo de que Drake devolviese todo lo robado en Bayona y en Vigo, y que D. Pedro Bermúdez devolvería la libertad a los mercaderes ingleses que voluntariamente quisieran regresar a su patria en la propia Armada; y los que no, quedarían facultados para continuar residiendo en la villa. En garantía de las mutuas promesas se cambiaron rehenes, y así terminó aquella difícil jornada diplomática, en una frágil lancha y en medio de nuestra ría. Acaso fué esta la primera lección que D. Diego de Sarmiento de Acuña recibió en su larga y meritoria carrera, de cómo era menester negociar con los británicos.

Después, las cosas volvieron a complicarse. Drake se mostraba reacio a devolver el barco y su cargamento, mientras D. Pedro Bermúdez recibía de continuo refueros, que iba disponiendo estratégicamente a lo largo de la costa, en prevención de un desembarco inopinado del enemigo, con que éste, más o menos veladamente, amenazaba. Al fin, el trato quedó en agua de borrajas; fueron devueltos los rehenes respectivos, y Drake, malhumorado y chasqueando, abandonó la ría el 21 de octubre, acaso jurando que habría de volver. ¡Claro está que volvió!
 
Xosé María Álvarez Blázquez. "La Ciudad y los Días. Calendario histórico de Vigo"
 
 

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